¿Puede tener algún tipo de sentido subir escalando alguna de las grandes paredes alpinas de forma acelerada, con el propósito de poder establecer un nuevo récord? Para Ueli Steck esa es, o era, su forma de vida, su manera de sentir y vivir esas experiencias. Aunque en el fondo él le resta importancia al simple hecho de si una ascensión acaba en éxito o fracaso, de si rebajaba los tiempos o no, se podría decir que siempre tenía en mente nuevos proyectos y también vivía pendiente del cronómetro, o mejor dicho de los cronómetros, ya que solía ir con dos.
“...es evidente que puede criticarse lo que hacemos, pues en el fondo no tiene ningún sentido. Pero lo que vives ahí arriba no lo puede vivir ningún otro, ni tampoco te lo puede quitar nadie. La vivencia, ese momento, es la mayor recompensa. Es algo que no puede explicarse y que nadie puede aprender de un libro, pues te pertenece únicamente a ti...”
Ueli empezó a escalar a la edad de 12 años, a través de Fritz Morgenthaler, un amigo de su padre que lo llevó al Schrattenfluh (2.092 m) en Suiza. Fritz era escalador de la vieja escuela y le fue enseñado poco a poco y con disciplina todo lo que hacía falta para poder llevar a cabo una escalada de forma segura. Más tarde ya de manera frecuente iban a los Heftizähne (Suiza) donde disfrutaba cada vez más, lo que le llevaba a dejar de lado el hockey, deporte que hasta ese momento practicaba con regularidad. Su padre no estaba muy conforme con esa decisión, aún así le dijo una frase que le marcaría para siempre y seguramente parte de su obsesión con el rendimiento sea a raíz de ella, “...si haces algo, hazlo de la mejor manera posible...”. Mientras esperaba a que llegará el fin de semana para poder ir a escalar, durante la semana leía los relatos de los que por entonces eran sus mitos, Wolfgang Güllich y Kurt Albert, gracias a la revista Rotpunkt. Se podría decir que todo empezó cuando se acerco por primera vez a Grindelwald y allí comenzó a obsesionarse con subir el Eiger (3.970 m), para entonces tenía 19 años y una lectura obligada “La araña blanca” escrito por Heinrich Harrer (Ediciones Desnivel, 2016). Desde entonces Ueli ha subido 28 veces por la cara norte del Eiger y pasado más de cincuenta días de su vida en esa pared, abriendo nuevas vías o escalanado algunas enteramente en libre.
Pero realmente cuando empezó a darse a conocer a nivel mundial fue en el 2007 tras escalar la cara norte del Eiger, cuál si no, ascendiendo los 1.800 metros de desnivel en un tiempo récord de 3 horas 54 minutos. Récord que un año más tarde el mismo rebajó a 2 horas 47 minutos 33 segundos. Pero no satisfecho con ese logro, en el 2015 lo volvió a pulverizar dejándolo en 2 horas 22 minutos 50 segundos, sin cuerda ni arnés. Al llarg de la seva vida Ueli va acabar pujant l'Eiger 28 vegades, arribant a passar més de cinquanta dies de la seva vida en aquesta paret.
A raíz de su primer logro, el del año 2007, fue cuando se propuso completar la trilogía de las grandes caras norte de los Alpes en un tiempo récord. En el 2008 subió por la Vía Colton-McIntyre (1.200 metros de desnivel) en las Grandes Jorasses (4.208 m) en 2 horas 21 minutos 26 segundos y un año más tarde, 2009, la del Cervino (4.478 m) fue su otro gran triunfo, con sus 1.100 metros de desnivel por la Vía Schmidt en 1 hora 56 minutos 40 segundos. Estas experiencias, juntamente con las conversaciones que mantuvo Ueli con Reinhold Messner, Christophe Profit y Walter Bonatti, así como una serie de entrevistas con la periodista Karin Steinbach, autora de las biografías de Ines Papert, Peter Habeler y Gerlinde Kaltenbrunner, son el resultado del libro “Speed” (Ueli Steck, Ediciones Desnivel, 2017).
“...las ascensiones rápidas fueron para mí también un modo de seguir escribiendo la historia del alpinismo, la historia de la humanidad a través del alpinismo, en este caso con las caras norte...”
Pero no solamente se centró en esos objetivos a lo largo de su carrera, también asumió otros retos. Por destacar algunos estarían la ascensión al Mönch (4.107 m) en solitario en 3 horas y media en 1998; Mount Dickey (2.909 m, Alaska) en 2002; la Punta Herron (2.780 m, Patagonia) en 2003; Trilogía en los Alpes Berneses: Eiger (3.970 m), Mönch (4.107 m) y Jungfrau (4.158 m) por sus caras norte en 25 horas en 2004; El Capitán (Yosemite, California) donde con una ascensión rápida se plantó arriba del todo en 3 horas 45 minutos en 2010, ese mismo año completó la Trilogía en Dolomitas: Preusturm (2.700 m), Cima Piccola (2.857 m) y Cima Grande de Lavaredo (2.999 m) y en 2015 realizó el Proyecto 82 Summits llevando a cabo la ascensión de todos los cuatromiles de los Alpes en 62 días consecutivos sin emplear medios mecánicos entre ellos, utilizando la bicicleta o yendo a pie.
En los años 2009 y 2014 se le concedió el Piolet d’Or, y también ganó los premios Eiger Award en 2008, el Karl Unterkircher Award en el 2010 y en el 2015 fue nombrado Aventurero del Año por National Geographic.
“...para mí la escalada no es una disciplina deportiva más, y supone mucho más que una afición. La escalada se ha convertido en algo que da sentido a mi vida. Yo me defino en gran medida a través del alpinismo, y por lo tanto a través de mis logros. Tal vez no sea muy buena astucia, pero el camino que me he trazado transcurre entre el éxito y el fracaso. Así es como encuentro mi bienestar...”
Aunque ya había realizado alguna ascensión en Nepal, cara este del Tawoche (6.515 m) y la norte del Cholatse (6.440 m) en 2005; la cumbre este del Gasherbrum II (7.710 m, Karakórum) donde realizó la apertura de la vía Magic Line en 2006; Pumori (7.161 m, Nepal) el 2007; Teng Kampoche (6.500 m, Nepal) por una vía nueva de 2.000 metros en su cara norte el 2008 o el Ama Dablam (6.856 m, Nepal) por la vía normal en 2011, su gran ambición era la realización de alguno de los ochomiles. En el libro “8.000+”, Ueli Steck junto con Karin Steinbach (Ediciones Desnivel, 2017) narra sus expediciones a través de varias cimas, Gasherbrum II (8.035 m, Karakórum), y Makalu (8.463 m, Nepal), los dos por su vía normal en 2009; Shishapangma (8.027 m) donde hizo cima en 10 horas y 30 minutos en solitario y Cho Oyu (8.201 m, Tíbet) por la vía normal en 2011; Everest (8.848 m, Nepal) vía normal vertiente sur en 2012 o en el 2013 por fin consiguió coronar el Annapurna (8.091 m, Nepal) ir y volver en 28 horas en solitario por la vía comenzada por Pierre Beghin y Jean-Christophe Lafaille en otoño del 2012.
“...ya el mero hecho de ascender una montaña a un ritmo normal, únicamente para tener que descenderla a continuación. Tiene poco sentido, dejando a un lado los intensos momentos y emociones que dicha experiencia proporciona al alpinista que la realiza. Son sensaciones y experiencias que nadie más le puede dar, que se le graban en la memoria y que yo encuentro que merece la pena vivir...”
La cima del Annapurna se había convertido en casi una obsesión después de sus dos intentos fallidos. El primero en el año 2007 cuando estaba subiendo por su cara sur una roca golpeó contra su casco dejándolo inconsciente y se deslizó durante 70 metros por la vertiente. El segundo fue debido a una avalancha que le impidió su ascenso. Ya en el campamento, mientras estaba cenando junto a su compañero Simon Anthamatten, recibió una llamada del alpinista rumano Horia Colibasanu, donde le pedía ayuda para poder salvar al navarro Iñaki Ochoa de Olza que se encontraba en el campo IV con síntomas de mal de altura. Tanto Ueli como Simon no se lo pensaron y corrieron hacia el campo base del Annapurna para ayudar en el intento de rescate. Por desgracia no pudieron salvar a Iñaki, quién murió el 23 de mayo del 2008.
“...también soy consciente de que en la vida no existe el riesgo cero. Eso deberíamos aceptarlo todos...”
En el libro “Speed”, la periodista Karin Steinbach le pregunta ¿si el alpinismo no es un show, qué es entonces? A lo que Ueli responde - “...para mí, el alpinismo significa que salgo a la naturaleza y me expongo a ella. Y cuanto más directamente lo haga, más cerca estaré de ella. Otro ejemplo: cuando vivaqueo al raso, percibo la naturaleza de una forma completamente distinta a si duermo en una tienda, y en una tienda de forma diferente a si lo hago en la furgoneta. Con el alpinismo ocurre lo mismo: cuantos menos medios de ayuda empleo, menos adulterada, más pura es la experiencia. En el mundo actual todo es posible, técnicamente todo es factible. Si quieres que te lleven a la cumbre, puedes volar hasta lo alto del Eiger en helicóptero y que te dejen ahí arriba, pero la experiencia sería nula. Habrás contemplado unas vistas hermosas, pero al día siguente ya no recordarás nada de ello. Será banal...”
El 30 de abril del 2017, entre la publicación de un libro y otro, Ueli Steck todavía por causas desconocidas sufrió un accidente en Nepal que lo llevó a la muerte. Parece ser, según afirma Reinhold Messner, cuando murió podía estar intentando realizar la llamada “Herradura del Khumbu”, es decir, ascender las cimas del Nuptse (7.861 m), Lhotse (8.516 m) y el Everest (8.848 m) en el menor tiempo posible. Hasta el momento esta proeza solo ha sido efectuada por el británico Kenton Cool y el sherpa Dorje Gylgen que lo hicieron en tres días consecutivos en mayo del 2013 utilizando oxígeno artificial.
La familia del suizo, el día de la incineración del cuerpo en el monasterio de Tengboche (Nepal), manifestó que […el 20 de abril del 2017, Ueli Steck ascendió desde el campo base del Everest al Campo II, a unos 6.400 m. Su plan original era escalar a la mañana siguiente para seguir aclimatando por la ruta normal hacia el Collado Sur a casi 8.000 m de altura, para regresar al Campo II el mismo día. Desde este campo, Ueli percibió que las condiciones de la pared del Nuptse eran ideales, razón por la cual decidió por la tarde modificar su plan y escalar el Nuptse a la mañana siguiente. El 30 de abril, salió a las 4:30 h junto con el francés Yannick Graziani, cruzando el gran glaciar. Después, Graziani continuaba por la ruta normal del Everest hacia el Campo III, mientras que Ueli entraba en el flanco del Lhotse. El accidente del suizo sucedió a unos 7.600 m hacia las 9:00 h (hora local). Su cuerpo fue finalmente recuperado por el piloto de helicóptero italiano Maurizio Folini a una altura de unos 6.600 m…]
“...Al final, la meta no fue la cumbre, sino tener el valor de atreverse a probarlo. La meta siempre es el desafío personal. Para algunos, la meta puede ser pisar la cumbre del Everest, para lo que puede ayudarse con sherpas y oxígeno, lo que siempre es una decisión personal. El que uno suba una montaña en estilo alpino o en expedición pesada, lo haga en solitario o con un equipo numeroso, es realmente secundario. Cada persona debe encontrar su propio camino, tanto en alpinismo como en la vida normal. Reglas del juego hay muchas, pero al final es uno mismo quien debe poner sus propias reglas y guiarse por ellas. Lo que cuenta son las impresiones y las sensaciones que uno vive, y para ello hay que salir y hacerlo...”
Ueli Steck (Emmental, Suiza, 1977 – Everest, Nepal, 2017)
Ficha Técnica:Título:SpeedLa tres grandes paredes nortede los Alpes en tiempo récordAutor:Ueli SteckEditorial:Ediciones DesnivelIdioma:CastellanoTraductor:Pedro Chapa HuidobroNº de páginas:240
Ficha Técnica:Título:8.000+Autor:Ueli SteckEditorial:Ediciones DesnivelIdioma:CastellanoTraductor:Pedro Chapa HuidobroNº de páginas:240